UN NAÚFRAGO A LAS 4,54

UN NÁUFRAGO A LAS 4,54

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Hay noches en los que sale el sol. Hoy aparece color ceniza que grandes nubarrones han pintado a lo lejos.

En este desangelado océano, intento nadar a contra corriente cuando el reloj marca las 4,54 de la madrugada.

Facebook me saluda al entrar como siempre: "¿Que estás pensando?" A su pregunta un tanto descarada, le contesto como una idiota en un laberíntico soliloquio. Compruebo que la Inteligencia Artificial no es tan inteligente como dicen, porque no entiende la pregunta que me hace, y tampoco sabe si le voy a contestar.

En el mundo real los humanos no solemos hacer preguntas tan directas como la que me hace facebook, quizá intenta mantener el diálogo que se ha perdido entre la almas. También podría ser que hubieran creado estas plataformas digitales para que cada uno vuelque en ellas sus secretos más recónditos cuando no sabe qué hacer.

A las 5 de la madrugada, me encuentro en un vacío escenario lanzando voces que me devuelve la pared porque nadie me escucha.

Me estrujo los sesos inútilmente. Intento entender el mundo al que vine. Yo no elegí estar aquí. Quien me abandonó en este universo no está para pedirle explicaciones. Tampoco parece que tenga el derecho a volver al sitio del que me arrancaron.

Casi nadie está donde le pertenece, por eso nos sentimos extraños entre nosotros. Somos diminutos mundos. Cada uno vibra a una frecuencia distinta, por eso no es fácil que nos entendamos en este universo

Más de 7 mil millones de relojes imprecisos, en una gran sala, marcan distintas horas. Cada uno danza al vaivén de su péndulo, un tic tac desincronizado.

Un grupo de cientifícos aseguran que nuestro planeta desaparecerá. Argumentan que la tierra registra temperaturas muy altas y preocupantes, yo sin embargo tengo la calefacción encendida a tope. El frío me cala los huesos. Deberían saber los expertos que la mayoría tenemos frío, igual que cada año por estas fechas. Hasta podría asegurar que un grupo de pingüinos están esquiando calle abajo bajo mi ventana.

Mañana vuelta a empezar. Un carrusel que viaja por costumbre sobre una orografía plana y perezosa.
Todos, menos yo, duermen al compás de sus pupilas.

El mundo aparentemente se para a estas horas, pero la actividad se desborda en las madrugadas, igual que fluye la sangre en las agallas rojas de las ballenas. Los puteros, las prostitutas, los narcos, los asesinos, los escritores, los pobres, los amantes, los enfermos, los drogadictos, los hospitales, los pederastas, los escultores, los presos, los millonarios, los vigilantes, los okupas, los trabajadores en turno de noche, la policía, las emisoras de radio, los carceleros, los periodistas, los violadores, los científicos de laboratorio, las fábricas, los músicos, los borrachos, todos estos y muchos más, están despiertos y marcan su tic tac desincronizado en este instante.

El caso es que, no era ni remotamente lo que quería decir, pero escritas quedan mis ocurrencias en esta madrugada de párpados insomnes abrasados en un mudo universo virtual.

Con un cerebro ajardinado, pasto de pensamientos desordenados, una pluma avanza a contracorriente. Agarrada a un madero en alta mar, la noche me empuja contra la tempestad. Desafío las turbulencias sin más luz que la de la luna. Me susurra al oído cosas que no entiendo, mientras el vaivén del oleaje me golpea bajo un cielo estrellado que no veo.

Mañana llegaré a una playa tranquila, descansaré sobre una mullida alfombra de hojas muertas color naranja. La luz del día habrá parado el reloj de la oscuridad.

No firmo, no estoy escribiendo nada, solo  pienso mientras amanece.


Comentarios

Lluïsa ha dicho que…
Escribes y describes miy bien.
Genial!!!!
Luisa Vicente ha dicho que…
Muchas gracias Lluisa, celebro que hayas disfrutado de unos minutos con su lectura. En mi sección de LITERATURA, encontrarás otros aportes míos. ¡¡ Gracias!!