ABRAZOS PERDIDOS



Éramos  millones  de almas confinadas,  ateridas de un miedo  de escarcha  que nos rompía entre letanías que nadie escuchaba.  Ni las ascuas calentaban las paredes de las pequeñas casas que habitábamos, aunque nos parecieran demasiado  grandes por lo solas y  casi deshabitadas que estaban , apenas un alma y su  mascota.   

Privados del contacto humano nos vaciaron de  las muchas cosas que aporta un  abrazo. Ni la intención ni el deseo  podían sustituirlo, porque al imaginar el abrazo   se volvía más cruel que no recibirlo o rechazar el que te ofrecían.

Diez meses  pisando esta húmeda soledad.  

Diez meses racionando abrazos y caricias. 

Diez meses sin el  chaparrón de endorfinas que produce un abrazo lento, sin prisas.

Diez meses a rastras con un sistema inmunitario sin producir la células que matan a los virus invasores. 

Diez meses con el razonamiento, la memoria y el equilibrio hormonal desgastado  para hacer frente  a enfermedades físicas y  mentales  al  no estimular el afecto  y  el soporte de lazos  familiares y  sociales.  

Diez meses sin dar ni recibir  la calidez que trasmite la piel,  que nos conduce a mayor mortalidad que la que produce el tabaco, el alcohol y la falta de ejercicio físico. 

Diez meses aislados  y amenazados a vivir  menos  tiempo al aumentar un 30% el riesgo de muerte prematura,  sobre todo por enfermedades cardiovasculares.

Tétrico vacío sin esqueleto que no soporta tan  pesada  lápida  de  soledad. 

Desconectados  físicamente en un mundo interconectado de redes, conexiones wifi, máquinas inteligentes, comunicaciones por G5,  inteligencia artificial,  el  gran milagro que permite ver a un amigo al otro lado del mundo en  dos segundos y sin embargo llevo diez meses sin ver a mi vecina de la puerta de al lado. 

Demasiados abrazos perdidos  en oquedades que nunca llenamos. Hasta cuando nos  perseguirá la  luz tangencial de un virus de contornos difusos que acentúa su voracidad con los que estamos más  solos e indefensos. 

Acartonadas cicatrices sobre pieles flácidas nos acompañarán para siempre. Un punto de libro marcó  el  último capítulo que quedó inconcluso  para siempre. Fue mientras descansábamos en el viejo sofá de la casa a donde vivíamos en soledad durante  tanto tiempo.

NOTA: Este artículo fue publicado por El Periódico de Catalunya el 4.01.2021.

También fue publicado por  Infolibre sección Librepensadores el 30.12.2020

DIEZ MESES RACIONANDO ABRAZOS Y CARÍCIAS. El Periódico de Catalunya

ABRAZOS PERDIDOS Infolibre-Librepensadores

Luisa Vicente




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