DOS ALMAS DELIRANTES

 


                            


Me apoderé de ti y tu de mi

Dos almas nacidas al crepúsculo 

No fue fugaz  posesión, fue entrega delirante

El uno del otro por completo poseedores

Amalgamando vientres, muslos,  y sudores


Fui tu ardiente prisionera en el cuadrilátero de tu cama

Uno del otro, mañana, tarde  y noche esclavos

Vaivén de olas en nuestros mares corporales

En derroche de placeres entregados 

Sin retraimiento,  ni  ambigüedades


Redujimos el mundo a  dos vidas  

Pero al sexto invierno  un torbellino te alejó 

Negra sombra eras entre mis sábanas 

Gélido garabato  frente a la pared

 Cristal divisorio entre almohadas


Perdida en tu  horizonte deambulé 

Huérfana  en tu paisaje me encontraba

A tu geografía cada noche me anudé 

En tus rincones  quedaba extraviada

Paréntesis de nardo sobre mi corcel 


Inexistente yuxtaposición de contacto

Vagabundos brazos al  anochecer

Boca sellada con invisibles surcos

Fria cautividad  hasta el amanecer 

Huerfános durmientes en trivial acto.


Maldita droga que de mi te hizo abdicar antes de tiempo

No te reconocía; junto a mi  solo estaba  un  espectro

Pordiosera me sentía  en tu laberinto

Ensordecedor silencio envolvió la habitación

Mi nombre quedó silenciado  en nuestro lecho


Tu cálida piel ya  no me abrazaba

Tanta renuncia me derrumbaba

Sepulturero eras en mi cementerio

Desterrado latido en nuestro lecho

Perdido estabas  en tu propio cuerpo 


Pasaron meses, años, tiempo infinito

Ya nunca volviste a ser el mismo

Triste amargura  perderte para siempre

Rota quedé, hecha  jirones

Un guiñapo con harapos  de muerte


Luisa Vicente

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