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140 DEPENDIENTES MUEREN AL DIA ESPERANDO UNA RESIDENCIA

LA BUROCRACIA ATASCA  LAS ESPERAS  A LOS DEPENDENDIENTES, MIENTRAS MUEREN 140 AL DÍA.


Las listas de espera que se producen en España para adjudicar plazas en residencias a las personas dependientes es un asunto que indigna y  llama la atención. 

No veo que pueda ser tan complejo adjudicar a un anciano una plaza en un centro público, cuando contamos con unos sistemas informáticos que solucionan de inmediato  asuntos mucho más complejos que este.  Salvo que no interese al Gobierno que se produzcan estos plazos tan largos  para quitarse de encima a los que menos aportan a las arcas públicas, no encuentro  otra explicación. Cuando se trata de adjudicar subvenciones a los partidos políticos, seguro  que encuentran  la manera de hacerlo en 24 horas.

Transcribo un artículo del diario  Público para dar voz a un problema poco conocido en nuestro país y que está vulnerando todos los derechos que les asiste a este colectivo tan vulnerable.


"La complejidad" de los procedimientos administrativos que aplica la mayoría de las comunidades sigue retrasando una media de 455 días la tramitación de los expedientes y neutraliza los efectos de una mejora de la financiación que revierte los recortes económicos que durante casi una década habían venido lastrando el sistema.


"Los servicios sociales están envueltos en una tela de araña de burocracia de la que son víctimas las personas", señala José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. No es algo nuevo, sino que viene de atrás y se ha manifestado con intensidad con la llegada de la pandemia y de la crisis asociada a esta, que llevan año y medio provocando la llegada de nuevos usuarios faltos de recursos tanto a los centros oficiales como a las entidades asistenciales.

Ahora, ese desmesurado peso de la faceta procedimental se está revelando como un lastre para el sistema de atención a la dependencia, que continúa atascado pese a la histórica inyección de 566,39 millones a través de los Presupuestos del estado  con la que, a la espera de asignarle otra de 482,4 procedente de los fondos europeos quedan prácticamente revertidos los sistemas que vino sufriendo desdelos recortes de 2012.

Los datos que maneja la asociación, procedentes del Ministerio de Asuntos Sociales  y del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales), indican que al cierre de julio, siete meses después de ese aumento de recursos, seguían en lista de espera 433.466 personas y habían fallecido 29.157 solicitantes, 11.424 sin haber sido valoradas y otros 17.733 sin haber llegado a recibir las prestaciones que les correspondían, lo que da una media de 139 cada día, casi uno cada diez minutos.


Esos registros muestran cómo la tendencia al atasco se ha intensificado en relación con los de 2019, el año previo a la aprobación de las inyecciones económicas y también a la llegada de la pandemia, que alteró buena parte de los parámetros de los servicios sociales. En 2019, según señala el XX Dictamen del Observatorio de la Dependencia que elabora la asociación, permanecían en lista de espera 426.000 dependientes, alrededor de 7.000 menos que este verano, y el tiempo de tramitación de los expedientes era de 426 días, casi un mes menos que ahora.
Más de 900 días de espera en Canarias 
Ese dato responde a una media que el año pasado tenía sus extremos en los 138 días que transcurrían entre la presentación de la solicitud y la resolución con la prestación en Euskadi, que era la única comunidad que no superaba el máximo legal de 180 días para tramitarlos y los 927, más cercanos a los tres años que a los dos, de Canarias.  A esos plazos, no obstante, hay que añadirles el tiempo que transcurre entre la emisión de la resolución y el comienzo de la percepción de la prestación económica o el servicio, lo que se conoce como ‘el limbo de la dependencia .
Por el contrario, sí se ha reducido el ritmo de muertes en esa lista de espera, que pasó de las 111 diarias de 2019 a las 83 de los primeros siete meses de 2021 en el colectivo de quienes ya han sido valorados pero no han llegado a recibir la prestación económica ni los servicios derivados del reconocimiento de la situación de dependiente. No hay datos comparables para los pendientes de valoración.El informe del primer año pandémico sitúa el tiempo de tramitación en 430 días, 25 días inferior al actual, y recoge cómo "durante 2020 han fallecido 21.005 personas pendientes de resolución de grado de dependencia y 34.370 personas pendientes de resolución de grado de dependencia", cifras netamente superiores a las de otros años y ‘alteradas’ al alza por la mayor intensidad de la mortandad por coronavirus entre los mayores.


Es necesaria una mayor agilidad administrativa
La burocracia opera en contra de las personas, en la dependencia y también con el IMV (Ingreso Mínimo Vital) y las ayudas de emergencia", señala Ramírez, que llama la atención sobre los escasos efectos que tienen los aumentos de dotación presupuestaria en materia de servicios sociales cuando esta no va acompañada de una agilización de los trámites. "Es necesaria una mayor agilidad administrativa", insiste. En este sentido, los datos de la entidad indican que la lista de espera únicamente se ha visto reducida en un 2,2% (5.044 solicitantes) en los primeros siete meses de este año mientras el número de beneficiarios del sistema aumentaba el doble, un 4,2% (47.617), aunque con grandes diferencias entre territorios: Asturias incorporaba a 2.690 y Madrid a 14.054, con incrementos por encima del 10% en ambos casos, mientras Navarra y Euskadi registraban sendos retrocesos de 79 y de 266.
Algunas comunidades han agilizado esos procesos incorporando a su tramitación a las entidades locales, aunque el presidente de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales pone el acento en dos medidas, una de competencia autonómica aunque extensible a todo el Estado y otra de ámbito estatal.
"Los servicios sociales están envueltos en una tela de araña de burocracia de la que son víctimas las personas", señala José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. No es algo nuevo, sino que viene de atrás y se ha manifestado con intensidad con la llegada de la pandemia y de la crisis asociada a esta, que llevan año y medio provocando la llegada de nuevos usuarios faltos de recursos tanto a los centros oficiales como a las entidades asistenciales.  Ahora, ese desmesurado peso de la faceta procedimental se está revelando como un lastre para el sistema de atención a la dependencia, que continúa atascado pese a la histórica inyección de 566,39 millones a través de los Presupuestos del Estado con la que, a la espera de asignarle otra de 482,4 procedente de los fondos europeos, quedan prácticamente revertidos los sistemas que vino sufriendo desde los recortes de 2012 .
Los datos que maneja la asociación, procedentes del Ministerio de Asuntos Sociales y del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales), indican que al cierre de julio, siete meses después de ese aumento de recursos, seguían en lista de espera 433.466 personas y habían fallecido 29.157 solicitantes, 11.424 sin haber sido valoradas y otros 17.733 sin haber llegado a recibir las prestaciones que les correspondían, lo que da una media de 139 cada día, casi uno cada diez minutos.
Esos registros muestran cómo la tendencia al atasco se ha intensificado en relación con los de 2019, el año previo a la aprobación de las inyecciones económicas y también a la llegada de la pandemia, que alteró buena parte de los parámetros de los servicios sociales.

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En 2019, según señala el XX Dictamen del Observatorio de la Dependencia que elabora la asociación, permanecían en lista de espera 426.000 dependientes, alrededor de 7.000 menos que este verano, y el tiempo de tramitación de los expedientes era de 426 días, casi un mes menos que ahora.

La primera consiste en unificar en un solo acto administrativo la valoración del dependiente y la asignación de la prestación económica o el servicio en lugar de diferir en el tiempo la segunda. La otra estriba en añadir flexibilidad al sistema y poner en marcha la "prescripción social facultativa", con la que el trabajador social podría modificar las prestaciones sin necesidad de poner en marcha un nuevo procedimiento. Ahora, para asignar una ayuda domiciliaria cuando se clausura un centro de día, algo frecuente con la pandemia, es necesario un nuevo expediente.

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Mientras va volviendo poco a poco la normalidad a unas residencias particularmente castigadas por la pandemia la lista de espera de estos recursos en el territorio comienza a descender. Según los datos del Departamento de Política Social de la Diputación de Gipuzkoa, a los que ha tenido acceso la Cadena SER, a lo largo de este último año la lista de espera para acceder a una plaza pública en un geriátrico de la red foral ha descendido un 41%.

Si en junio de 2020 eran 740 las personas que estaban a la espera de una plaza de residente en la red foral, en junio de 2021 esta cifra ha caído en 300 solicitantes, quedándose en 440 gipuzkoanos a la espera de un hueco en un geriátrico público de Gipuzkoa. Se trata de un descenso considerable.

FIN


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