AL DESCUBIERTO FRENTE AL ESPEJO




                                                                          VIAJE AL INTERIOR

En un mundo que de repente dejó de ser nuestro, la pandemia  nos ha espejado a todos. Un viaje a nuestro interior  nos ha dado a conocer quiénes somos y nos ha dejado al  descubierto  mientras transitábamos por un año difícil y tortuoso.  Casi 365  días  frente al espejo. Ha sido poco tiempo para  habernos conocido  tanto,  tal vez  demasiado  para desperdiciar el que nos queda.  

El espejo nos ha mostrado la humanidad  que  tenemos, y la que creíamos  tener.  
La poca o mucha  empatía que  sentimos ante el dolor ajeno. 
Las cosas que más amamos.

El miedo que sentimos frente a la incertidumbre y a la soledad
El rechazo, la indiferencia, o el deseo  que tenemos de morir.
La indignación que sentimos  por las muertes solitarias  de  tantos ancianos  en sus residencias. 

Los  momentos del día que nos  han  dado mayor  placer y felicidad.  
El afecto que  recibimos  de  nuestra familia, y lo  mucho que representa para nosotros.
El miedo que sentimos  a  perderla. 

Las cosas innecesarias que guardamos en nuestro armario. 
Lo poco importante que es el reloj.  
Cuanto necesitamos del sol y de la naturaleza.  

Las posibilidades que nos da la informática. 
Nuestra capacidad de sacrificarnos por el otro. 
Lo fácil que es leer un buen libro en dos días. 

La habilidad que tenemos para cocinar,  y el desastre que somos  para recoger los trastos sucios.
El precio de muchos alimentos  que consumimos.  
Lo que supone  encontrarnos con un amigo en  la calle o recibir una llamada telefónica. 

El espectáculo de colorines  que tienen las frutas  y  las verduras. 
Lo importante que es  un transportista y un repartidor.
El olor a tinta del periódico que leo cada mañana.

Hoy al volver al bar de siempre, me he dado cuenta  que aparte del buen café de siempre,  nos regalan gel hidro alcohólico para las manos, una servilleta de papel, una bolsita de azúcar,  nos dan una cucharita, un vaso  de agua, nos limpian la mesa, nos dejan utilizar el wifi, un enchufe para el ordenador, una gran mesa para compartir con dos personas, una camarera que nos hace el café, y que  además nos avisa a las 10,30  en punto para  marchar por las restricciones del Covid. Todo eso por 1,35 euros. Mañana repetiré. 

Quisiera saber si  habrá alguna manera de retornar a este mundo, y si estaríamos  dispuestos  a repetir la misma historia de vida.
¡ Hemos aprendido tantas cosas ! 


Luisa Vicente 

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