LA MEDICINA INDUSTRIAL Y EXCLUYENTE DE PONCIO PILATO

Resultará muy ilustrativo empezar este artículo citando a un personaje de sobra conocido por todos, aunque no sea católico. Me refiero a la historia de Poncio Pilato, Gobernador romano de Judea, 26-36 DC.

Dice la leyenda que Poncio Piloto se lavó las manos en una palangana como signo de no querer  involucrarse en la muerte de Jesús,  dicho de otro modo, a no  impedirla. Sin embargo Pilato fue realmente el inductor en la sombra  del odio y el linchamiento de Jesús por parte de los judíos,  que finalmente le llevaron  a morir en la cruz.


En la pandemia hemos visto  muchos Poncio Pilato, médicos viles que perdieron la valentía y se lavaron  las manos. Prefirieron  callar y no denunciar las  malas prácticas que se cometieron durante la pandemia para no perder su rango profesional, ni arriesgar  sus sueldos y su status social. Olvidaron por completo la conciencia del alma de la profesión médica. 

No fueron pocos los médicos que eliminaron  personas enfermas y vulnerables obedeciendo  protocolos políticos  deshumanizados  al considerar que debe prevalecer " el principio de utilidad " y que  hay  vidas indignas de ser vividas. 

Dichos "profesionales" actuaron igual que  los médicos que estaban en los campos de concentración nazis sentenciando  a muerte a los débiles y rescatando   a los más aptos para trabajar, y no tienen reparo de  exhibir su título colgado en la pared que garantiza  su  compromiso moral de mejorar la salud de TODOS sus pacientes sin excepción.

Desgraciadamente nos rodean muchos otros Poncio Pilato,  Presidentes de Gobierno, políticos de todos los partidos, funcionarios con cargos de responsabilidad en Organismos y Administraciones Públicas, Presidentes de los Colegios de Médicos y Consejerías de Salud y muchos otros que sería muy largo de enumerar. 

El Gobierno llama "PACTO DE RENTAS" a repartir entre todos el coste de la crisis que ellos han creado, una fórmula magistral que han empleado también en sanidad para no señalar a nadie en particular de los crímenes que entre todos cometieron en la pandemia. 

Por si fuera poco lo que estamos viviendo en el área de la salud,  nos llega la ley TRANS, cuya impulsora, una Ministra sin formación académica, mediocre y arrogante que no pisa con los pies al suelo,  está precipitando a niños y adolescentes a un naufragio social, emocional y biológico con consecuencias  irreversibles.

Muchos son los médicos y psiquiatras, que ante la catequesis  de  la ley TRANS, también se  lavan las manos,  aunque dicha ley afecte a la salud de los jóvenes y menores. El Poder Judicial está aceptando igualmente la  exclusión de los padres en las decisiones de sus hijos menores, lo que supone arrebatarles la patria potestad.

Los que permanecen callados ante esta ley irracional y  perversa, que atenta contra los derechos humanos de los menores, son los mismos que callaron durante la pandemia para no contrariar al Gobierno y a sus lacayos, a cambio de dinero, prebendas, viajes a países exóticos, regalos, becas de estudio, obsequios y  ascensos en su profesión conseguidos por su silencio,  no por su valía profesional.

Son los Poncio Pilato que falsifican las partidas de defunciones cuando se cometen  muertes por Iatrogenia y mala praxis. Los que justifican como  Covid, o cualquier otra enfermedad, el exceso de fallecimientos desde que se inicio la vacunación. Los mismos que practican "la medicina de la bestia", termino empleado por el insigne Doctor Costa Vercher, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia.

Son los que se apuntan como especialistas en "las enfermedades raras" y recetan medicamentos y tratamientos  carísimos a cambio de recibir un puñado de comisiones por cada receta que prescriben.

"El avance" de la medicina consiste desde hace tiempo, en ponernos a todos lo suficientemente enfermos, sin que lleguemos  "a la caja de pino'. 

No existiría el lucro excesivo y la corrupción en las Farmacéuticas,  sin la colaboración de los galenos, la censura, y  la cortina mediática que oculta  la iatrogenia y la mala praxis en muchos hospitales, sin olvidar el maltrato que sufren muchos ancianos  en las residencias, hecho que quedó demostrado en la pandemia. 

Son los que ponen en práctica la llamada antimedicina, es decir las eutanasias a mayores que se mueren más por abandono y  soledad que por  enfermedades, o a jóvenes  que padecen "ansiedad vital o 'depresión'  si la piden. 

Son los mismos que realizan INFANTICIDIOS neonatales a mujeres que se realizan  abortos tardíos, una práctica que  aprueba la ONU y que denunció el Centro Europeo por la Ley la Justicia, ECLG, por sus siglas en Inglés,  en  la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa,  sin que consiguiera que se dejara  de matar a niños que nacen con 9 meses de vida en los abortos tardíos.

Estos médicos conviven entre sí en total simbiosis con el Gobierno,  las Instituciones Sanitarias, las Consejerías de salud y los Colegios de Médicos.  No son médicos independientes, funcionan dentro de grandes sistemas burocráticos arropados por protocolos de conveniencia mercantil.  Reciben su sueldo  del Estado o de  compañías de seguros. Están supervisados por el gobierno y por Organismos  reguladores. En este contexto de metástasis corrupta y silenciosa, el juramento hipocrático desaparece,  y miles de vidas humanas se pierden sin que actúe la justicia penal.

El mantenimiento pertinaz de la medicina de la bestia que estamos viviendo desde hace tiempo, recrudecida desde la pandemia,  no sólo es por intereses espurios de carácter económico,  sino que además es un fraude de enormes proporciones,  un saqueo de las Arcas Públicas por el abuso de prescripciones médicas que dispara el consumo de fármacos, muchos de ellos innecesarios. y hasta contraproducentes para la salud.

Practicamente ninguna persona del llamado "estado del bienestar" se salva de no estar catequizada  con la doctrina, ideas sin fundamento que hace vivir a muchos niños y jóvenes realidades dogmáticas prácticamente  inexistentes, ya que los casos reales de personas que padecen disforia de género es muy escaso. 

Se ha producido un 5.000 % de incremento de casos de disforia de género, eso se lo debemos a la moda metida con calzador  por la ministra Irene Montero que obedece la agenda 2030  para poder  mantener su poltrona.

Muchos ciudadanos llevamos denunciando desde hace tiempo la "medicina de Poncio Pilato", pero mientras los medios callen,  asientan,  y se laven las manos, será imposible reconducir esta situación.

La mala práxis  y la iatrogenia  ha matado  a muchas personas, pero el  silencio cómplice de los galenos nos está llevando a una medicina deshumanizada, industrial, sin garantias, y excluyente, que ha ocasionado que 30.000 ancianos murieran solos y mal atendidos  en las resistencias.

Como dice el refrán: "entre todos la mataron y ella sola se murió" 

Será difícil volver a creer en esos médicos  que actuaron  sin conciencia  profesional,  menospreciaron  el  respeto a la vida de los mayores, y practicaron  la medicina por negocio, no por vocación. 

Luisa Vicente

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